En este mismo instante que estás leyendo estas palabras, cientos de miles de personas están siendo acribilladas y masacradas en varias partes del mundo por parte de los que se llaman a sí mismos “filántropos”, “humanistas” y “progresistas”. En tan solo la última semana de agosto del 2007, los medios independientes de la guerra en Oriente Medio informaron que más de 31.000 personas fueron asesinadas a sangre fría en Dayila (provincia de Irak) bajo bombardeos, atentados, incursiones a casas particulares, terrorismo de Estado perpetrado por los criminales ejércitos occidentales de EE.UU y sus aliados, cuyo único objetivo es hacer una “limpieza étnica” para el libre saqueo de los recursos naturales y formar un nuevo mapa geopolítico en esta zona del planeta. Y todo esto en nombre de la “democracia”, la “libertad” y “derechos humanos”.
Como decía el filósofo del nihilismo contemporáneo Emile Ciorán muerto en 1995 “GALOPAMOS HACIA HORIZONTES DE APOPLEJÍA , HACIA
El gobierno, por medio de porras y piquetes de ejecución, hambre artificial provocada, encarcelamientos en masa y deportación también en masa no es solamente inhumano ( a nadie, hoy día, le importa demasiado este hecho) es también ineficaz (¿ ineficaz para qué?)…Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los actuales Estados totalitarios a los Ministros de Propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela. Pero sus métodos todavía son toscos y acientíficos…Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad. Por el simple hecho de no mencionar ciertos temas, la propaganda totalitaria ha influido en la opinión de manera mucho más eficaz de lo que hubiera conseguido mediante las más elocuentes denuncias y las más convincentes refutaciones lógicas. Pero el silencio no basta. Si se quiere evitar la persecución, la liquidación y otros síntomas de fricción social, es preciso que los aspectos positivos de la propaganda sean tan eficaces como los negativos. Los más importantes Proyectos Manhattans del futuro serán vastas encuestas patrocinadas por los gobiernos sobre lo que los políticos y los científicos, que intervendrían en ellas, llamarán “el problema de la felicidad”; en otras palabras, el problema de lograr que la gente ame su servidumbre. Su seguridad económica, el amor a la servidumbre no puede llegar a existir; en aras a la brevedad, doy por sentado resolver el problema de la seguridad permanente. Pero la seguridad tiende muy rápidamente a darse por sentada. Su logro es una revolución meramente superficial, externa. El amor a la servidumbre sólo puede lograrse como resultado de una revolución profunda, personal, en las mentes y los cuerpos humanos. Para llevar a cabo esta revolución necesitamos, entre otras cosas, los siguientes descubrimientos e inventos. En primer lugar, una técnica mucho más avanzada de la sugestión, mediante el condicionamiento de los infantes y, más adelante, con la ayuda de las drogas, tales como la escopolamina. En segundo lugar, una ciencia, plenamente desarrollada, de las diferencias humanas, que permita a los dirigentes gubernamentales destinar a cada individuo dado su adecuado lugar en la jerarquía social y económica. (las clavijas redondas en agujeros cuadrados tienden a alimentar pensamientos peligrosos sobre el sistema social y contagiar su descontento a los demás) . En tercer lugar (puesto que la realidad, por utópica que sea, es algo de lo cual la gente siente la necesidad de tomar vacaciones), un sustitutivo para el alcohol y los demás narcóticos, algo que sea al mismo tiempo menos dañino y más placentero que el ginebra o la heroína. Y finalmente (aunque este sería un proyecto a largo plazo, que exigiría, generaciones de dominio totalitario para llegar a una conclusión satisfactoria), un sistema de eugenesia a prueba de tontos, destinado a estandarizar el producto humano y a facilitar la tarea de los dirigentes. En UN MUNDO FELIZ esta uniformación del producto humano ha sido llevada a un extremo fantástico, aunque quizá no imposible. Técnica e ideológicamente todavía estamos muy lejos de los bebés embotellados (¡¡clonación!! Por favor estamos más cerca que nunca) y los grupos de Bokanovsky de adultos con inteligencia infantil…En cuanto a los restantes rasgos característicos de este mundo más feliz y más estable -los equivalentes del soma, la hipnopedia y el sistema científico de castas-, probablemente no se hallan más que a tres o cuatro generaciones de distancia. Ya hay algunas ciudades americanas en las cuales el número de divorcios igualan al número de matrimonios. Dentro de pocos años, sin duda alguna, las licencias de matrimonio se expenderán como las licencias para perros, con validez sólo para un periodo de doce meses, y sin ninguna ley que impida cambiar de perro o tener más de un animal a la vez. A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el Dictador (a menos que necesite carne de cañón o familias con las cuales colonizar territorios desiertos o conquistados) hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino.
Sopesándolo todo bien, parece como si la utopía (la utopía Illuminati) se hallara cerca de nosotros de los que nadie hubiese podido imaginar hace sólo quince años. Entonces, la situé para dentro de seiscientos años en el futuro (te equivocaste Huxley, tu “mundo feliz” ya es una realidad) Hoy parece posible que tal horror se implante entre nosotros en el plazo de un solo siglo. Es decir, en el supuesto de que sepamos reprimir nuestros impulsos de destruirnos en pedazos en el entretanto. Ciertamente, a menos que nos decidamos a descentralizar y emplear la ciencia aplicada, no como un fin para el cual los seres humanos deben ser tenidos como medios, sino como el medio para producir una raza de individuos libres, sólo podremos elegir entre dos alternativas: o cierto número de totalitarismos nacionales, militarizados, que tendrán sus raíces en el terror que suscita la bomba atómica, (o, si la guerra es limitada, la perpetuación del militarismo); o bien un solo totalitarismo supranacional (¿Nuevo Orden Mundial?) cuya existencia sería provocada por el caos social que resultaría del rápido progreso tecnológico en general y la revolución atómica en particular (la política masónica del Ordo ab caos, orden a través del caos) que se desarrollaría, a causa de la necesidad de eficiencia y estabilidad, hasta convertirse en la benéfica Tiranía de