Para la comprensión del mundo es necesario un lenguaje, así quien controla el lenguaje controla el mundo. Tal es la política de dominación epistémico-ontológica-ética-estética que el modelo de sistema civilizatorio actual ha impuesto a casi todo el orbe. Primero dominan y manipulan las funciones mentales como el lenguaje, y luego esclavizan los cuerpos de carne con una nueva tecnología de psicología de masas. El lenguaje es un órgano de la carne para vivir en el mundo, la esclavitud mental es base de la esclavitud de los cuerpos -estamos en plena decadencia cuando la diversidad de lenguas y formas de ser, la diversidad de pensamiento son absorbidas por una hegemonía lingüística mental de dominación, enajenación, perdición, el nuevo orden mundial o “globalización”-
La racionalidad (es decir el pensar, razonar y reflexionar) está modelado por un lenguaje. La lógica matemática (o la magia de los números) es en sí un lenguaje que trasciende lo humano, es una comunicación, una conjunción. La palabra, la frase y la gramática son expresiones carnales de la continuidad del pensamiento que trata de comunicarse o conjuntarse con lo real, las posibilidades de lenguas son infinitas, porque no hay realidad finita, la realidad está en perpetuo hacerse, así como los lenguajes. No importa el idioma con tal que se llegue a una unción entre lenguaje y realidad. Sin embargo, todo modelo de pensamiento está regido por la manera como usamos los símbolos-palabras que no abarcan lo desconocido de la realidad, más allá de la racionalidad, las palabras efectúan una magia de fuerza por el mismo hecho de ser nombradas. El uso del lenguaje es una forma cultural-étnica de pensamiento, crea realidades, y depende de la geografía emocional de los pueblos. Ningún idioma es superior a otro.
Lamentablemente, hubieron pueblos que pensaron que su lenguaje y forma de ver el mundo eran las únicas y válidas, (como los hebreos que piensan que su idioma es el único que está relacionado con números, lo que llaman cábala, cuando en verdad son todos los idiomas que están relacionados con la magia de los números…). Hubieron pueblos que pensaron que su idioma debería ser impuesto por la fuerza a los otros pueblos en su afán de imperialismo y dominación. Pensar que su lenguaje y forma de ver el mundo son las únicas es puro egocentrismo, etnocentrismo, logocentrismo, en fin racismo, ignorancia y estupidez. El lenguaje-pensamiento impuesto con sangre y esclavitud, como si fuera el único válido, está envenenado de codicia, ambición desmedida y demencia imperialista. Los pueblos que someten con violencia una forma de ver el mundo representan la peor decadencia de la especie, los pueblos que aceptan su sometimiento son el extremo de la decadencia.
Nadie puede encerrar las infinitas posibilidades (culturales, ontológicas, estéticas) en la cárcel de un “pensamiento único”, ninguna forma de ver el mundo, ningún paradigma son absolutos, la pretensión de absolutismos es pura insanidad de dominación sobre los demás pueblos, el logocentrismo es imperialismo. Toda unicidad totalitaria es un atentado contra el libre espíritu, de allí que uno de los peores enemigos del espíritu libre sea también el monoteísmo y su necio dogma, así como el racionalismo frío y estúpido de las ciencias positivas. La pretensión de una verdad única es una abominación religiosa-filosófica que ha derramado océanos de sangre en la vil historia humana -pero como nada está determinado ni sentenciado, el espíritu de la creatividad está siempre al acecho derrumbando todas las paredes de la cárcel del dogma, y una mente libre es el peor enemigo del sistema-
Una crítica acérrima contra la civilización no puede soslayar este tipo de reflexiones, hay que saber cómo se sirve la inmunda sociedad de artimañas y farsas para enjaular al espíritu humano en el vil utilitarismo de la carne, en la esclavitud de la mente, en la perdición y la ruina, en el servilismo del rebaño. Abría que identificar, por ejemplo, cual es el lenguaje dominante que mueve las conciencias de las masas esclavizadas para defendernos de la abominación. Recordemos que uno de los sueños del judío y masón inglés, Cecil Rhodes, caballero de Malta, era que en todo el planeta tierra se hablara el idioma inglés, tal como está ocurriendo hoy en día, después de las sanguinarias colonizaciones anglosajonas y europeas en todo el mundo. Pues no es muy difícil darse cuenta que la dominación de los pueblos empieza por la dominación lingüística cultural, destruir las formas de pensamiento autóctonas para inculcar el modelo único de pensamiento es pensado en los laboratorios del infame imperialismo y ejecutado en la realidad cotidiana de los pueblos, donde el racismo y la ignorancia están institucionalizados.
Tomando la historia reciente como referente, podemos afirmar entonces que los europeos se repartieron el mundo para imponer un modelo de lenguaje y una forma de ver el mundo con masacres y genocidios. Lo que conocemos como “civilización occidental” fue impuesto en América con pura miseria y bajeza humana, con dolor y sufrimiento de los pueblos durante los últimos siglos coloniales para imponer los edificios cancerosos del industrialismo global actual (el pútrido sistema monetarista). Los primeros ingleses que llegaron a América del norte en el siglo XVI vieron al pueblo indígena autóctono como una amenaza contra sus planes de dominación mundial, los exterminaron con pestes y pólvora, y a los sobrevivientes los encerraron en reservas como si fueran animales de zoológico. En América del sur, los españoles no pudieron jamás vencer al resistente pueblo indígena, y fue por ello que no los exterminaron; los españoles prefirieron mezclarse con los indios e imponer sus religiones monoteístas de la esclavitud y su modelo cultural imperial, al mismo tiempo que saqueaban sin cesar como verdaderos piratas las abundantes riquezas naturales. Pero en el cono sur como Argentina, Chile o Uruguay sí exterminaron a la mayoría de pueblos indígenas quedando solo muy pocos pueblos sobrevivientes quienes hasta ahora sufren la opresión insana del sistema, como la sufren los Mapuche. Los ingleses impusieron el idioma inglés, los españoles impusieron el castellano, usando la masacre, la violación, la infamia, el lenguaje que hablamos fue impuesto sobre los cadáveres de nuestros ancestros. Varios pueblos humanos y varios lenguajes han sido desde entonces extinguidos en beneficio del “pensamiento único” y el modelo de “globalización” o nuevo orden mundial diseñado en la larga historia imperialista (cuyo centro neurálgico es Israel, donde se asientan los centros financieros). La “globalización” consiste en destruir toda forma de vida y pensamiento que no esté acorde con los estatutos mentales de los amos del mundo (utilitarismo, industrialismo, pragmatismo, monetarismo, etc.) y para ello pretenden instaurar un tecnocrático Imperio mundial gracias a la tecnología moderna del microship y a la psicología y manipulación de masas, en una dictadura lingüística que se impone desapercibida (la ruina cultural-lingüística empieza desde la televisión).
La racionalidad impuesta desde un idioma europeo hacia el resto del mundo, constituye la base central de todo un engranaje imperialista que tiende a destruir lenguajes y pueblos enteros bajo la dominación: mentes, cuerpos, sociedades arrebatadas y extirpadas de su autenticidad sirviendo al sistema del pensamiento único, en el abismo de la enajenación globalizada. El imperialismo se sirve de genocidio y etnocidio físico-espiritual para imponer el miedo y la desorientación, para desarraigar creencias, y así instalar una nueva forma de ver el mundo, acorde a los intereses mezquinos de los tiranos imperialistas judíos que anhelan la conquista de todo el planeta. Las culturas, lenguas, formas de ver el mundo son impuestas como primer paso de la dominación de los pueblos. Las masacres van de la mano con la imposición de modelos imperiales, el modelo de “globalización” del pensamiento y su psicología de masas han sido minuciosamente diseñados desde el albor de los tiempos.
Los hijos de la esclavitud ahora rinden pleitesía a los amos del imperialismo, la mayor parte de enajenados masificados por la cultura de masas se arrojan al abismo de lo artificial y abominable, en una cultura globalizada que honra lo más vil y bajo que hay en un ser humano. El engendro mutante de la abominación imperialista es experto en retórica y manipulación del discurso, utiliza palabras como “mundialismo”, “ciudadanía internacional”, “libertad global”, “igualdad planetaria”, “fraternidad humana”, “calentamiento global”, “filantropía mundialista” para aglutinar en una sola masa informe y decadente a los pueblos sometidos desde el genocidio y etnocidio hacia la ruina total del nuevo orden mundial asesino.
-La palabra es un misil-