Wednesday, May 18, 2011
RADIOGRAFÍA DEL HOMBRE REBAÑO
Hemos de constatar en la masificada sociedad actual una tendencia enfermiza hacia el rechazo a todo tipo de creación original y auténtica que se salga de las imposiciones de lo establecido. El régimen totalitario se encarga del desprestigio y descrédito de la persona que se ve a sí misma como única e irrepetible, tildándole de “loco” por apartarse de los cánones mentales impuestos por el andamiaje psicosocial. El que es verdaderamente persona con un rostro, un pensamiento y una voz únicos, es una amenaza a esta vil sociedad del rebaño, por lo que es atacado en todos los frentes por los autoritarios robots radicales de las ideologías impuestas.
Se visualiza claramente que una forma de tiranía psicosocial del rebaño está matando la autenticidad y originalidad que yace en el interior de cada animal humano. La exaltación del instinto del rebaño, la debilidad mental de seguir a una ideología impuesta, el instinto enfermizo de seguir a un líder en la jerarquización social, el miedo a verse a sí mismo, todo esto está formando una masificada humanidad deforme sin autenticidad, un espantajo de sociedad del ganado con entes sin personalidad, sin creatividad, sin originalidad. Subhombres con el alma apestada siguen a su líder, como entelequias sin vida propia, siguiendo al movimiento sociopolítico e ideológico que más se adapte a su debilidad mental y a su miedo.
¿De dónde nace ese nefasto instinto de rebaño que anula la creatividad y originalidad y hace del ser humano una entelequia etiquetada y moldeada por la ideología de turno? Pues del miedo a sí mismo, el miedo al infinito de lo desconocido, el miedo al misterio, el miedo a crear, el miedo a ser uno mismo, el miedo a aceptarse. ¿Y ese miedo de donde proviene? Pues de la cobardía intrínseca del hombre mediocre que necesita que le den explicando la razón de ser de su miserable existencia, y que se ve, con patológico orgullo, como un producto etiquetado por el mercado de almas y de ideologías. Es la cobardía de no arriesgarse a crear su propio punto de vista sobre la existencia y su propia percepción de la realidad. Su psique, quebrada por tanto trauma, no se encuentra, y así la cobardía de no querer enfrentar ese abismo infinito que es lo desconocido encuentra en la ideología de turno su aliciente.
De esta manera la infame sociedad de masas, aprovecha esa debilidad mental y crea los subproductos ideológicos necesarios para la masa deforme de hombres mediocres que necesitan su pastilla ideológica que alivie su angustia ante lo desconocido. Aquí está el caldo de cultivo de toda forma de totalitarismo mental y de fascismo psicológico, que explota la debilidad mental del hombre masificado para instaurar una sociedad ganado, una despreciable sociedad de débiles donde la carne humana es usufructuada, usada, prostituida desde su mente, en beneficio de la ideología sociopolítica que moldea su apestado espíritu.
En el mercado de ideologías, el débil mental encuentra una vasta gama de opciones para aliviar el vacío de su psique quebrada, encuentra en el mercado de almas su razón de ser, su razón de vivir, su vida etiquetada con una falsificada causa que alimenta la enfermedad del espíritu de esta infectada sociedad del ganado. Pobres de creatividad, pobres de originalidad, estos mediocres enfermos necesitan que les den explicando la realidad a través de su ideología de turno, así permiten ser moldeados, etiquetados, encasillados, manoseados por el vil sistema que se encarga de esparcir como pestilencia las ideologías totalitarias que funcionen para el autoritarismo.
A parte del miedo, también es importante reconocer que otra causa del instinto del rebaño en el débil mental es la necesidad de pertenencia a algo, para aliviar la soledad de su miserable existencia. Necesita verse a sí mismo como miembro de un grupo que tenga su líder y su estructura jerárquica, como partícipe de una colectividad ideológica, ya que no puede enfrentar su soledad, no puede enfrentar el carácter extremo de la existencia, necesita pertenecer a algún colectivo humano. Esta necesidad del sentido de pertenencia es una de las características de todo hombre mediocre, enfermo, débil mental, insertado en esta sociedad del ganado que usufructúa de esta necesidad de pertenencia. Si no perteneciera a una colectividad ideológica, el hombre del ganado se extraviara, perdería el sentido de su ser, se vería a sí mismo aislado, perdido perdedor, en su desesperación es posible que recurra al suicidio ontológico, ya que si no pertenece a su grupo ideológico le han extirpado su razón de ser, es decir, es posible que asesine lo poco de autenticidad y originalidad que queda en él para pertenecer a cualquier colectividad ideológica que intensifica ese nefasto instinto de rebaño.
Es innegable que la sociedad actual se está dirigiendo a un precipicio sin fondo, en esta deformidad mental y social el individuo ya no es persona. En la sociedad de masas, el individuo ha sido numerado, etiquetado, moldeado en cualquier colectividad ideológica esparcida por el sistema, y aprovechando el instinto de rebaño la persona ha sido conducida hacia su propia perdición paulatina, hacia la muerte ontológica, hacia la muerte de su ser, como persona única e irrepetible.
Quedan pocos que hacen de la originalidad y la autenticidad una verdadera resistencia contra el bombardeo sistemático de ideologías. La inmunda sociedad del ganado esparce los moldes ideológicos como pestilencia para esos débiles mentales, robots, zombis y hombres mediocres que por miedo y una enfermiza necesidad de sentido de pertenencia, se entregan ciegamente a su decadente instinto de rebaño para beneficio de los tiranos dictadores del orden establecido que anhelan una sociedad homogénea de hombres-masa que sigan como ciegos fanáticos a su líder de turno.