Wednesday, November 01, 2006

¡¡¡ QUITO INSEPULTA !!!!



El siguiente es un Texto insurrecto escrito por Ricardo Torres G.

Quito insepulta. Quito se descompone en jirones pestilentes. Quito empañada de mugre ensucia las pestañas, hiere los ojos, tintura de plomo la garganta, llaga la piel, acrecienta la tos, acentúa el estornudo, descompone el espíritu de los quitus.


Quito se enreda en el tiempo clavada de hierros en la tierra, maniatada con verjas de espanto, alambres de odio, puertas anudadas, tubos enmohecidos, recosida de cables guindantes, alarmas estridentes, armas recortadas y ogros de chaleco antibala en los portones.

Quito se expande como una costra eccematosa bajo la vista incólume del volcán Pichincha, sus llagas infectas ascienden por las estribaciones que llevan a la "cima". A la Libertad.

Quito hiede en las paradas de los buses, en el trole pus, en las avenidas, en las "Amazonas", en las bancas cuarteadas del parque, en la ropa de los pasantes.


Quito empañada de lacras chorreantes en sus viejas cuadras, con charras pegajosas en sus antiguas calles vivaces, Quito maquillada con afeites de pacotilla: están manchados los altares de sus templos.

Ésta Quito, cadáver con tentáculos infectos, avanza a la chacra y la engulle, emporca las aguas de los ríos, pudre la vegetación con sus emanaciones, arrasa con nidos y avecillas; su inercia destructiva se introduce en las selvas aledañas y acaba con los valles, sus graneros, su prole natural y bella, sus quitus, seres bravíos, atrevidos combatientes...

Mas, sobreviven tus verdugos, madre, aquellos a quienes no pariste. Quienes contagiaron su lepra, quienes saquearon y lactaron sin piedad de tu abundancia, ellos están aún de pie, atorándose de infamia. Esos magistrados, ediles, alcaldes, regidores, concejales, inspectores, vigilantes, veedores, crápulas y arranchadores, aupados al cetro y al sillón de tu belleza, se abalanzaron a gozar de tus riquezas.

Tú, Quito, fuiste robada. Los ambiciosos, ímprobos, se apropiaron de tu simpleza y candidez para timearte. Allí, aparece, de entre tantos, el bostoniano, Alcalde de buen inglés, edil de la bota encharcada en sangres de Aztra y, en el retrato, de porte sajón. Socio, compadre y pana de los "All Right", se llevaron por ordenanza municipal y sin esfuerzo, la campiña nord occidental del antiguo Iñaquito, hoy Carolina, cual dádiva del poder, regalo para el desarrollo del capital, impulso a la inversión y plata para sus arcas familiares.

Su fuerza persecutoria incidió sobre el vendedor ambulante, el voceador, las ventas, las moteras, el chulpi-chochos de las diez de la mañana. El alcalde envió sabuesos, hordas uniformadas, recorrió la ciudad el camión-prisión enrejado: la carcelera, para incautar el alimento que compra el obrero, el trabajador de oficina, el mensajero, el estudiante de la facultad que sale con hambre. Acciones concretas a nombre del ornato, para eliminar al informal y favorecer sus empresas. Arremetió contra mendigos y menesterosos, encarceló la poesía y la protesta. Derrocó la biblioteca nacional, escupió nuestra cultura. Ese es el bostoniano quien hoy, con su mitra y cayado, asiste al oficio de Dios, en la iglesia de la Paz, para rogar por sus empresas, sus megamaxis, sus proincos, sus proesas. Y, para lograr sus perdón, éste, cristiano condenado, escucha Mozart en secreto

Otro siniestro verdugo de ti, madre Quito, no hace mucho, fue un medio-oriental sin condición, medio-cre, demócrata verdoso, medio-vivo, un mosqui-muerto, médium-sauna; émulo de la audacia y buscador de fortuna a rompecinchas; de ansioso roce social, rascador de celebridades nacionales, adulón de alcurnias, amigo de los amigos, fiestero y pericón, primer invitado, agasajado y agasajador, peón de los grandes, verdugo del débil.

Ecónomo adoctrinado, testa de conventículos keynesianos, facilitador de atracos y atracador, campana de huidos, pana del dólar, actual y perpetuo fugitivo, pirado del Estado nacional e ido presto a adorar, con sorna y cinismo, los soles y nieves insípidas de los estados hundidos.


Con su Plan metropolitano, madre, te visitó de porno-miseria y de caos espeluznante. Blanqueó con brocha verde e impulsó con su soplo la volátil perica. Preclaro estafador, vendió un puerto ajeno a los perversos. Al suelo de tierra negra le impuso alquitrán, a las ferias de canasto y shigra les trocó en funda y coche. La piedra sellar se esfumó en ceniza, el adoquín de piedra base de los portones, la piedra cóncava receptáculo de la fuente de agua de la Plaza Sucre...en quién sabe cual lejana vía, en que cimiento neo-rico habrán terminado.

Hasta un soldado tienes ahora, ciudad madre ¡ pobre de vos !, escarbando las gusaneras de tu faz, otrora viva y vivaz, morena y sonrojada; agora mimetizada tu inánime máscara mortuoria con falso resplandor de eléctricos reflejos. Madre atravesada por irredento pasado, por salvamento ignorado, cuarteada por terciarizada usura.

Los gases de tu descomposición se adentran por las hendijas de mi escotadura cerebral y envilecen mis sueños. Retumba el avispero de tu aparato atronador hacia los cielos, partículas de amianto enfrentan las aves con el ruido, no podemos respirar: expira el vivo en el cadáver en que vivo.

Pululan en sobrados espacios los tronos de torpeza, las esfigies gastadas y el recuerdo de viejos tiranos; héroes del mal gusto, mamotretos abandonados a la ceguera del paso diario, grotescas y toscas figuras del descalabro de ese simple y silencioso recuerdo. Quito, monocrama al sentido. Tus residuos putrefactos viajan alrededor, extraviados, faltos de descanso, no van a reposar jamás, topan vecindades y caminos, pueblos y quebradas, no parece hay sitio, ni dípteros, ni tierra; sin embargo, la "inteligentzia" militar ha encontrado buen destino: allá, más allá en el tiempo, lejos del conocimiento y la curiosa trama del cerebro. En el santuario del origen de los quitus, allá en esos parajes reales del Inga, en dónde el hombre temprano talló la ciencia en los albores de la vida. Allá están y van a parar en monstruosas toneladas tus plásticos retorcidos, tus latas achurruscadas, tus toallas ensangrentadas. Tus excretas ilimitadas.
¡Eso es heroísmo soldado!
Gran Héroe de la Basura.

Yo siento dolor por vos, madre Quito, llena de detritus. El copón de nuestro sufrimiento al verte muerta, vierte, más que sangre, vinolencia.

Ahora no voy a mostrar un visaje de horror ante tu cadáver que alimenta las rapiñas, ya nada puedo decir a los funcionarios, fauna del cadáver, gusanos que engullen la carroña y se nutren de tu descompuesta suerte.

Te pido, madre especial, cuando llegues al paraíso de los diez millones de habitantes, cuídanos y protégenos porque tú eres madre de muchos, madre de los vagabundos y de los artistas, madre de los poetas excluidos, de pintores desconocidos, de los lustrabotas, de los vendedores de fruta, de las señoras con guagua al dorso que venden tostado, madre eres de todos los transeúntes, eres madre de las madres que a diario dan a la luz en la maternidad de la Alameda. Madre de los pordioseros.

Ciudad de Quito, metrópoli latinoamericana, patrimonio de la nada, cuando toda tú vayas al Inga y llegues a la eternidad, ruega por nosotros, los venidos a vivir en tus faldas de volcán, los gentiles asfixiados, los quiteños:los quitus apestados, rostros desencarnados...



Quito, 20 de enero del 2006