Monday, December 08, 2008

LA SECTA SATÁNICA DEL ESPIONAJE




A continuación un extracto del libro investigativo llamado "La CIA y el culto del Espionaje" de los investigadores Victor Marchetti Y John Marks, en donde se descubre el denominador común de los servicios secretos de los gobiernos imperiales, especialmente de los Estados Unidos, con el secretismo propio de las sectas y sociedades secretas judeomasónicas que anhelan un dictatorial Orden mundial. Sin más, he aquí el texto con comentarios míos en negritas y entre paréntesis....


“ Pero este secreto…se ha convertido en un dios en este país y las personas que están en posesión de secretos pertenecen a una especie de cofradía…y no quieren hablar con nadie más”

Senador J.William Fulbright


Existe en nuestro país actualmente una secta secreta, peligrosa y poderosa: la secta del espionaje.
Sus oficiantes son los profesionales clandestinos de la “Central Intelligence Agency” (CIA). Sus patronos y protectores, (Illuminati, masonería, B´nai B´rith, Skull and bones…) los funcionarios de mayor rango del Gobierno federal. Entre sus fieles, que no sólo se hallan en los círculos gubernamentales, se cuentan personas situadas en los centros decisorios de la industria, el comercio, las finanzas, y los sindicatos (Corporaciones transnacionales, Texaco, Mobil, Citybank, Chase Manhatan Bank, Banco del Pichincha, etc.). Tiene amigos numerosos en campos de gran influencia pública…el mundo universitario (Yale, Harvard, Oxford, San Francisco, UDLA) y en los medios de comunicación social ( New York Times, Wall Street Journal, CNN, ABC, El Comercio, Teleamazonas, El Hoy, etc.) La secta del espionaje es una cofradía secreta de la aristocracia política norteamericana (que domina y manipula a las inmundas aristocracias del resto de países del mundo).

El fin de esta secta es la promoción de la política exterior del Gobierno de los Estados Unidos utilizando medios encubiertos y a menudo ilegales (tráfico de armas, narcotráfico, tráfico de órganos como los torturados en Irak, trata de blancas, etc.) esforzándose al mismo tiempo en contener la expansión de su enemigo declarado, el comunismo. ( cabe recalcar que ese “ enemigo” fue creado por Wall Street con la millonaria colaboración de los banqueros norteamericanos a la revolución comunista soviética, supuestamente anticapitalista, hoy día el enemigo creado es el “terrorismo” que es auspiciado por la misma CIA, recordemos que Al Qaeda es una creación del gobierno de EE.UU cuando Afganistán peleaba contra la URSS… Osama Bin Laden es un agente de la CIA). Tradicionalmente, los adherentes de esta secta han abrigado la esperanza de implantar un orden mundial (¡ novus ordo seclorum ! ver el billete de un dólar) en el cual los Estados Unidos desempeñarían la función de líder indiscutido y de supremo poder. Hoy día, sin embargo, este sueño ha quedado deslucido por el paso del tiempo y los muchos fracasos (EE.UU se está convirtiendo en un Estado Socialista al estilo chino, cuando quebradas sus corporaciones transnacionales, pasen al control de un gobierno mundial, los únicos vencedores son los sectarios “globalistas” que anhelan un orden mundial imperial socialista, comunista, ecologista…). Así pues, las metas de la secta ya no son tan grandiosas, pero siguen siendo igualmente inquietantes. En general, trata de favorecer el papel de los EE.UU –papel que éstos se han otorgados a sí mismos- como árbitro dominante en los cambios políticos, económicos, sociales que experimentan los países de Africa, Asia, América Latina, que están despertando a la historia. De este modo, la guerra que la secta ha declarado al comunismo en todo el planeta (ahora una guerra declarada a la subversión contra el orden establecido que han llamado “terrorismo”) se ha ido limitando en cierta manera a una lucha en la sombras para salvaguardar en el Tercer Mundo (el “último mundo” donde diariamente el Primer Mundo sigue saqueando los recursos naturales) una estabilidad política que conviene a sus fines de dominio, y para ello recurre a cualquier método clandestino. Para la secta del espionaje, fomentar la “estabilidad” puede significar, en un país, aceptar pasivamente y de mala gana un cambio paulatino; en otro, el mantenimiento, activo del status quo; en otro aun, una acción resuelta para anular las aspiraciones populares hacia la independencia y la democracia. La secta actúa sólo cuando cree conseguir su objetivo y cuando –en el caso de que ocurra un fracaso o se descubra un secreto- el Gobierno norteamericano puede negar con cierta verosimilitud su participación.
La CIA constituye a la vez el centro y el instrumento principal de la secta del espionaje. Se dedica al espionaje y al contra-espionaje, a la propaganda y a la intoxicación informativa (o sea, la propagación deliberada de falsas noticias), a la guerra psicológica y a actividades paramilitares. Se infiltra en instituciones privadas, a las que manipula, y cuando lo considera necesario crea sus propias organizaciones (que llama “propiedades”). Recluta agentes y mercenarios; soborna a funcionarios extranjeros o les somete a chantajes para obligarles a llevar a cabo los trabajos más desagradables, (CIA=médula de la corrupción mundial y del mercado del genocidio). Hace todo lo necesario para alcanzar lo que se propone, sin ninguna consideración ética, sin tener en cuenta las consecuencias morales que puedan acarrear sus acciones. En su calidad de instrumento para la acción secreta de la política exterior norteamericana, el arma más poderosa de la CIA es la intervención encubierta en los asuntos internos de aquellos países que el Gobierno de los EE.UU desea controlar o sobre los que quiere influir.
Mitificadas e idealizadas, las operaciones de la CIA están enmascaradas también por falsas imágenes y se hallan protegidas por la coraza de la IMPOSTURA OFICIAL. Sus prácticas se esconden tras misteriosos y arcaicos legalismos que impiden que el público e incluso el Congreso puedan saber lo que hace la misteriosa agencia…o por qué lo hace. La secta del espionaje justifica esta situación con afirmaciones vehementes de que el objetico de la CIA consiste en la preservación de la “seguridad nacional” (Seguridad petrolera que hoy en día por la guerra de Irak se ha llevado a más de un millón de civiles asesinados iraquíes, y a más de 10 000 soldados norteamericanos muertos en absurdo combate), de que sus acciones responden a necesidades de la defensa del país; y, en una época en que el secreto es el sine qua non de la seguridad, nadie necesita saber más (que el gobierno de EE.UU es manejado por los dueños de entidades financieras y de corporaciones transnacionales, aglutinados en sociedades secretas de poderosos brujos negros adoradores de la muerte como Illuminatis o masonería).
La secta se aplica a llevar asuntos exteriores del Gobierno de los EE.UU sin la participación ni el conocimiento del pueblo. Desconoce el papel que podrían representar unas cámaras legislativas inquisitivas o una prensa escrutadora. Sus afiliados creen que solo ellos tienen el derecho y la obligación de decidir lo que es necesario para satisfacer las necesidades nacionales. Aunque lleva a cabo una política internacional anticuada y persigue unas metas fuera de su alcance, la secta del espionaje exige que no se le haga rendir cuentas por sus acciones ante el pueblo al que dice servir. Se trata de una función privilegiada, además de secreta; los que pertenecen a la secta del espionaje están convencidos de que han recibido una orden sagrada y que su servicio debe ser inmune al escrutinio público (Como los iniciados en las sociedades secretas masónicas que creen estar en una” misión divina” mientras realizan las peores atrocidades).

La mentalidad “clandestina” es una actitud que medra en el secreto y en el engaño (la magnánima hipocresía reina en este mundo a través de las sociedades secretas y sectas del espionaje). Favorece la falta de moralidad profesional: la creencia de que los fines justos pueden alcanzarse utilizando medios inaceptables en circunstancias normales. Por ello, los dirigentes de la secta deben mantener tenazmente a salvo del público conocimiento sus acciones oficiales. Lo contrario equivaldría a restringir su capacidad de actuar con independencia, que permitiría que el pueblo norteamericano juzgase no sólo la utilidad de su política, sino también la ética con que se aplica. Con la cooperación de un Congreso sumiso y mal informado, y favorecida y asistida por una serie de Presidentes, la secta ha levantado a su alrededor y en torno a la CIA una muralla de leyes y decretos que ha impedido eficazmente toda investigación pública.
Siempre que ha sido necesario, los miembros de la secta del espionaje, incluyendo nuestros presidentes (que siempre están enterados de las principales empresas que lleva la CIA entre manos, que generalmente dan su aprobación a ellas y que a menudo las han iniciado ellos mismos), han mentido para proteger a la agencia, así como para regir su propia responsabilidad en las operaciones. La Administración Eisenhower mintió al pueblo norteamericano acerca de la intervención de la CIA en el golpe de Estado de Guatemala, en 1954 (pero más tarde en los años ochenta del siglo pasado la CIA y sus mercenarios paramilitares asesinaron a más de 200 000 civiles guatemaltecos en otra política de despoblamiento humano), mintió acerca del apoyo prestado por la agencia a la fracasada revuelta en Indonesia, en 1958, y sobre la misión de Francis Gary Powers a bordo del avión U-2, en 1960. La Adminisración Kennedy mintió acerca del papel desempeñado por la CIA en la abortada invasión de Cuba, en 1961, admitiendo que la agencia había intervenido en la operación sólo cuando ésta hubo terminado en un desastroso fracaso. La Administración Jonson mintió acerca de la mayor parte de compromisos del Gobierno de Estados Unidos en el Vietnam y Laos, y en particular acerca de las acciones de la CIA. Y la Administración Nixon mintió públicamente sobre el intento de la agencia de falsear las elecciones chilenas, en 1970 (en 1973, un 11-s, los mercenarios asesinos de la CIA el gobierno paramilitar de Pinochet se toman el poder asesinando y desapareciendo en los años de la dictadura Made In USA a más de 30 000 personas) Para los afiliados a la secta del espionaje, la hipocresía y la impostura se han convertido, junto con el secreto (propio de sociedades secretas), en técnicas a las que se recurre constantemente para impedir que el público tenga conocimiento de las operaciones clandestinas de la CIA y que el gobierno tenga que dar cuentas de ellas. Y así, esos hombres que piden que se les considere como personas honorables y verdaderos patriotas, cuando resultan apresados en la telaraña de sus propios engaños, no dudarán en afirmar que el Gobierno tiene el derecho inherente de mentir a su pueblo (todos los gobiernos del mundo mienten a sus pueblos sobre el hecho de ue es el narcotráfico y el trafico ilegal de armas que sostiene a todo el sistema…)
La justificación del “derecho de mentir” es que ese secreto en las operaciones encubiertas es necesario para impedir que la política y la acciones de los Estados Unidos atraigan la atención del “enemigo” ( o, en la jerigonza de los profesionales de la clandestinidad, la “oposición”). Si la oposición no está enterada de las operaciones de la CIA, dicen, entonces no pueden contrarrestarlas y las actividades de la agencia tienen más probabilidades de éxito. De todos modos, en muchos casos la oposición conoce exactamente cuales son las operaciones ocultas dirigidas contra ella y adopta las medidas adecuadas para contrarrestarlas cuando es posible. Los vuelos del U-2, y posteriormente, los de los satélites fotográficos eran y son tan bien conocidos por los soviéticos y los chinos como lo son por la CIA los reconocimientos soviéticos sobre los Estados Unidos; cuando se emprenden operaciones de tal magnitud, no hay ningún procedimiento que ermita mantenerlas en secreto para la oposición. También ella utiliza un servicio de información formado por profesionales. En realidad, desde 1952 hasta 1964, en plena guerra fría, la KGB soviética interceptó electrónicamente las comunicaciones, incluso los despachos más secretos, que partían de la sala de cifra de la embajada norteamericana en Moscú. Sin embargo, al parecer, esta violación del secreto causó pocos perjuicios a la seguridad nacional de los EE.UU, como tampoco derrumbó el Estado soviético por el hecho de que la CIA estuvo interceptando en secreto, durante años, las conversaciones privadas que mantenían entre sí los principales dirigentes soviéticos a través de radioteléfonos de sus coches oficiales ( La guerra fría resultó un negocio redondo para los fabricantes de armamento que se enriquecieron con la carrera armamentista de la potencias en falsa oposición. El Imperio mundial tiene las raíces en el capitalismo, pero será comunista, cuando las transnacionales pasen al control de la ONU como patrimonio mundial, cuya defensa será una horrenda dictadura genocida y de esclavitud jamás antes vista...). Ambos bandos sabían más de lo que necesitaban para contrarrestar el efecto perjudicial de cualquier fuga de información. Lo cierto es que en este país el secreto y el engaño (la farsa, la hipocresía, la corrupción, etc.) en las operaciones de investigación están destinados tanto a impedir que el Congreso y el público se entere de lo que está haciendo el Gobierno, como a proteger estas actividades de la curiosidad de la oposición. Las esferas dirigentes de los servicios de información actúan de modo en que los hacen para disponer la libertad de acción y para no tener que rendir cuentas a nadie. (miles de investigaciones independientes en Estados Unidos prueban que la CIA y otros servicios de inteligencia como la Mossad de Israel, el ISI de Pakistán o el MI6 de Inglaterra fueron los perpetradores de los atentados terroristas del 11/s, 11/m, 7/j, etc…)